Hasta que se abrió. Al menos el mall. Y con éxito total. No pude resistir la tentación y curiosidad, concurrí al complejo más polémico de los últimos años, el Costanera Center, enorme edificación a la que se ha adjudicado un gran potencial de descontento urbano. Por los atochamientos que producirá y el caos vial que generaría. Se supone que los ciudadanos / consumidores chilenos no aceptarían esta ofensa al orden de la ciudad y a la libre circulación por sus calles. Pero hoy me di cuenta de otra cosa. El Costanera Center será legimitado por los mismos santiaguinos. La mole está recién en marcha blanca y ya está absolutamente atiborrada de público. No hubo Flash Mobs contra el proyecto, lo que hay son Consumer Mobs. Media hora haciendo cola para pedir un pollo con papas fritas. Sí. ¡Haciendo cola para acceder a una papa frita! Y nadie reclama. Más bien, no reclamamos. Jumbina se pasea haciendo el gesto de la paz. La gente se saca fotos con ella, la elefanta gris-santiago, ego inflado de chileno post-fordista. Como si nos dijera «no era pa’ tanto viejo, igual te gusta el Costanera Center». Esa onda. Aún hay muchas tiendas vacías. Pero estamos al acecho. Apenas abran, las colmaremos. Porque al Chile 3.0 no lo para nadie. Somos una larga franja emplazada en el océano pacífico, apetecidos por el mundo entero. Tenemos una ubicación estratégica. Estamos en nuestros 15 años de fama. Que sean estos los últimos 15, los 15 venideros o si estamos en la mitad depende de su opinión política. El punto es que el Costanera Center está ahí y no se va. No se va. No se irá.
Todo la polémica que hubo, previo al lanzamiento, fue solo el teaser ¡y resultó!
Qué buen concepto el de teaser, claro parece una campaña.
me recuerda al decálogo para la dominación de masas de goebbels, modernizado después por chomsky
después de despertar con rabia e impotencia frente al edifico del ojo del mal, te sacudes un poco, tomas tus cosas y entras para adormecerte de nuevo. Esa es la rutina del chileno medio medio…medio huevón.