Políticas que nos dividen.

Antes de empezar, me gustaría que este comentario no se interpretara como una visión frívola y superficial sobre lo que ha acontecido, ni mucho menos un intento de desvalorizar ni de desechar los sentimientos ni los recuerdos de todos quienes hayan sido afectados directamente por la historia. Mi intención en este caso no es evaluar lo que pasó, si no por qué sigue pasando.

Desde hace 40 años para algunos, nuestra historia como país se ha visto totalmente ensuciada por distintos acontecimientos políticos de diferentes tipos que han manchado literalmente muchos principios, valores y sobretodo recuerdos de las familias chilenas. Vivimos en un país dividido, lo aceptemos o no, en dos. Lo digo porque ya a los 11 años una compañera de curso, poco después de haberme conocido me preguntó con cara de “no te equivoques”, si yo era “Pinochetista” o no. Claramente no tenía idea de qué me estaba hablando.  Ahora  puedo entender el trasfondo, que una niña de 11 años que probablemente con suerte sabía quién realmente era el señor del que me estaba hablando, me hiciera esa pregunta con tanto odio. No hay empatía con las vivencias ni la historia del resto de las personas, más si historias de héroes, villanos, víctimas, victimarios y que se siguen trasmitiendo de generación en generación.

Hay que tener en cuenta que la historia no es una ciencia exacta, si no la que estudia el pasado de la humanidad, que está basada en distintos relatos y versiones. Entonces me planteo lo siguiente: ¿cuándo llegaremos a ser un país sin resentimientos ni prejuicios por el otro (entiéndase como el extremo contrario) o por lo que pasó ya hace más de 40 años? Y no hablo de olvidar, si no de perdonar.

Y como no puedo responderme eso, analizaré algunos de los posibles motivos, a mi juicio de qué es lo que alimenta nuestros rencores y la discordia.

Hay muchos posibles factores, pero los dos más importantes a evaluar, debido al contexto, son el papel del Gobierno y el de los medios de comunicación. En primer lugar, la palabra gobierno se ha ido viciando con los años, “poder” suena a abuso y “libertad” a desorden. Los distintos gobiernos en Chile nos dejan con un gusto a que el arte de gobernar se liga fundamentalmente a una pugna de poderes, con una intención poco clara y que a la vez demuestra lo poco y nada que se hace claramente a favor de los ciudadanos (no digo pueblo porque es también un término muy manoseado y desvirtuado). Cito “No es necesario que el príncipe tenga todas las cualidades deseables, pero sí mucho que parezca tenerlas” (La espiral del silencio, 91) y lo hago porque creo, es la única explicación para que no se haya desenmascarado ya el constante “show” político chileno. Personalmente creo que la derecha y la izquierda en el gobierno no es más que una forma para manipular a las personas, para mantenerlas divididas. Me baso por algunas características que tiene la política hoy en día, es “marketizada” (los ciudadanos se segmentan como un grupo objetivo), espectacularizada (relacionada con el tono que se les proporciona a distintos acontecimientos) y personalizada (ya no es un partido, es un Golbourne, un Lagos, como representante de un todo).  Y en segundo lugar, están los medios de comunicación, que juegan un rol fundamental si recordamos todo lo leído anteriormente y que a saber nos entregan información limitada.  Espectacularizando todo tipo de hecho político, censurando otros e interviniendo la información real según la interpretación del periodista. Un ejemplo claro es el reportaje de Informe Especial, respecto al dudoso suicidio de don Salvador Allende. Me recuerda a la siguiente cita “Igual que las empresas mediátiacs globales están intentando introducir sus contenidos en los mercados…otras empresas mantienen estrategias para encontrar la forma de poner en circulación sus contenidos…a menudo a través de las corporaciones mediáticas globales.” (Comunicación y poder, 133).

Para finalizar, creo que la muestra más concreta de mi teoría es el Museo de la Memoria, que no dejo de reconocer que es un excelente trabajo, pero es sólo una versión de los hechos, una versión terrible e indudable pero que a la vez sentí que tenía un doble mensaje. Cito, “Lo que no se cuenta no existe; o, más modestamente sus posibilidades de formar parte de la realidad percibida son mínimas”(La espiral del silencio, 196). Me parece que lo más justo sería poner todas las historias que representen hechos de violación y ultraje (aunque no beneficien al mismo líder político), para que no se caiga en la censura ni en la manipulación de contenidos, sobretodo por el significado y el valor que realmente tienen todas aquellas historias.

– Castells, Manuel. (2009), “Comunicación y Poder”. Capítulo 2, La Comunicación en la Era Digital”. Madrid: Alianza Editorial.

– Noelle-Neumann, Elisabeth (1982) “La Espiral del Silencio. Opinión Pública: Nuestra Piel Social”. Capítulos 1,4,13,18,19. Paidós, Barcelona

 

 

 

 

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7 Respuestas a Políticas que nos dividen.

  1. daniela.pizarro dijo:

    Al salir del museo de la memoria, tuve una sensación muy similar a la tuya, si bien nunca me he inclinado por algún ideal político y mi postura es más bien neutral, para mi de partida lo cuestionable es el nombre que se le adjudica a este museo “De la memoria”, es cierto, todos los sucesos horrendos que ocurrieron en época de dictadura han quedado grabados en la memoria colectiva por una gran parte de personas que lo vivieron y otras que como yo, nisiquiera estábamos en esa época, sin embargo el peso de lo ocurrido se ha traspasado de generación en generación y evidentemente la construcción de este museo, nos demuestra lo antes dicho. Sin embargo, a pesar de que el trabajo documental y de recopilación de información por parte del Museo es notable, me faltó ver más desde la otra perspectiva, en la cual pienso también, se deben haber pasado a llevar muchos derechos y que también son parte de la memoria de este país, creo que lo que divide literalmente es definir como memoria sólo una parte.

  2. Si bien mucho de lo que dices lo comprendo, creo que la visión del museo es la adecuada, recordemos que el golpe militar afectó mayoritariamente a un grupo de la población específico, me refiero a la gente de izquierda. El museo si mal no recuerdo parte contando lo ocurrido desde el 11 de septiembre de 1973 en adelante, es decir, desde la muerte de Salvador Allende y el bombardeo a la moneda.
    Para incluir ambas posturas hay que partir desde un poco antes en la historia de Chile, creo que esta visión “integral” de la cual hablas sería posible solo si se considerarán los acontecimientos que afectaron a la ciudadanía durante el gobierno de Salvador Allende; como el mercado negro, la expropiación de fundos, y los diversos sucesos que fueron dividiendo al país.
    Considero que lo mostrado en el museo es de gran importancia, ya que como bien sabemos la violación a los derechos humanos ocurridas trás el gobierno militar encabezado por Augusto Pinochet es tema hasta el día de hoy, no nos hagamos los ciegos y seamos realistas las consecuencias tras el golpe afectaron a una parte de la población más que la otra, y durante mucho tiempo aquello se ocultó, el museo nos sirve como herramienta para recordar aquello que causó tanto dolor y tristeza, o mas bien como enseñanza para que estos sucesos no vuelvan a ocurrir en nuestro país.

  3. javier.soto.q dijo:

    Al igual que la respuesta que me antecede también comprendo lo que quieres decir. Pero no creo que el museo de la memoria sea el mejor ejemplo para explicar lo que postulaste en tu post, ya que el museo de la memoria fue creado para que exista un nunca más y para que no olvidemos el hecho histórico más brutal que ha vivido nuestro país, esto debido a que en el régimen militar se torturo acerca de unas 28 mil personas, se ejecutaron a unas 2.000 personas y unas 1.200 personas continúan aun como detenidos desaparecidos. En síntesis este periodo de nuestro país es el más cruento en toda nuestra historia republicana, aun que si bien existen hechos como la matanza de Iquique o la matanza de Puerto Montt, nada se compara a lo que fue el régimen militar en relación a la violación sistemática de los DD.HH. y a mi parecer para que no exista la actual polarización del tema y una verdadera reconciliación nacional se debería reconocer y pedir perdón por los excesos cometidos.

  4. Entiendo por un lado, que el museo de la memoria hace referencia al dolor y a una experiencia que debiera no volver a suceder en nuestro país nunca más. Por otro lado, el significado que tiene para Chile y para las personas involucradas: es un hecho que a mi parecer no tiene, desde ningún punto de vista, justificación. El punto es que, según lo que yo recuerdo, el museo no comienza con el gobierno de Allende, si no con la violación de derechos humanos y la investigación que se hizo mediante comitivas que, exactamente ahora no recuerdo su nombre, por eso me referí a todos los hechos . Lo que siento es que hay una cuota de interés detrás de la real intención del museo, de parte de las personas que lo crearon, es decir, somos uno de pocos países que osan a inmortalizar el dolor y la crudeza de los acontecimientos. Alemania nunca olvidará que existió Hitler y lo que hizo, la historia se lleva en la piel, sin embargo se ha tratado el tema en conjunto y se ha logrado cerrar la etapa. A lo que voy con esto, es que, según mi perspectiva, no sólo hay intenciones de que algo así no vuelva a ocurrir nunca más, si no que el rencor nunca muera y que las diferencias que existen no sean más que un odio representativo.

  5. Camila Claps dijo:

    Si bien concuerdo con el argumento principal que has expuesto, creo que dar como ejemplo el Museo de la Memoria y los Derechos Humanos como un reflejo del dividido escenario político-mediático chileno es un error, principalmente por los fundamentos en los cuales se asienta la construcción de dicho lugar. El Museo emerge a partir de la organización de los familiares y de las víctimas de violaciones de los Derechos Humanos ocurridas a partir de la dictadura de Pinochet (no antes, ni después) con la intención de generar a una reflexión –a partir de esos hechos- de lo ocurrido en el pasado, con la intención de que estos no se vuelvan a repetir en el futuro. Por ende, en lo personal, en sí el museo no sigue manteniendo las divisiones en la sociedad o deja sin contar un lado de la historia de la dictadura, si no que trata que la sociedad recuerde que dichas violaciones ocurrieron, que no podemos ser ciegos ni olvidarlas, ya que se debe proteger la dignidad y el respeto por las personas como un valor fundamental de nuestra libertad. Para que allá perdón o unión antes debe existir reconciliación y justicia.

  6. laura.heinig dijo:

    En todo este entorno de cómo Chile trata su pasado de dictadura siempre se me parece bastante parecido a Alemania. No quiero de nada poner lo que pasó en Chile a un nivel con los acontecimientos en Alemania. Pero sí hay un tema muy en común, lo cual es es de la memoria. En alemán existe una palabra para eso que es particular y difícil a traducir: “Vergangenheitsbewältigung”. Es el hecho de procesar, trabajar sobre lo que pasó en el pasado, un enfrentamiento crítico con el pasado con la meta de superar, de entenderlo.
    Yo creo que eso es un proceso muy largo. En Alemania, después de la segunda guerra mundial, por mucho tiempo no se pasó casi nada en este aspecto hasta que los jovenes en la revolución de 1968 empezaron a preguntar qué hicieron sus padres en este tiempo para que se quiebre por fin el silencio. Además la mayoría de los estudios sobre el regimen nazi surgió en los años 80.
    Quiero decir con eso que me parece que en Chile también pasó poco tiempo , que la generación de ahora no puede ser completamente capaz de desarrollar un pensamiento crítico.
    Chile está al inico del proceso de memorar y si el Mueso de la Memoria puede ser criticada, en fin opino que es un buen comienzo.

  7. Jorge Hernández dijo:

    Florencia, creo que el Museo de la Memoria no esconde ninguna intención, es bastante claro el mensaje: nunca más puede volver a ocurrir el terrorismo de Estado que se vivió en esa época. Así de simple.

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