La manera de transmitir información en la antigüedad entre las personas y entre las generaciones, era oral. Con el aumento de la población, los descubrimientos y los avances tecnológicos se fueron buscando maneras más sofisticadas, rápidas y eficientes de comunicación. Llegó la imprenta, el telégrafo, el teléfono, la radio, la televisión que fueron acercando a los pueblos y disminuyendo las distancias entre continentes, pero también, transformándonos en lo que se llamó una aldea global.
Los medios de comunicación fueron apareciendo con el concepto de que eran algo externo a la vida privada de las personas. Los políticos, los artistas o cualquier personaje expuesto a la opinión pública podían mantener una doble vida, ya que nadie se enteraba de sus excesos o de alguna forma de actuar reñida con la moral y las buenas costumbres.
El siglo pasado marcó una diferencia inmensa. En poco más de 40 o 50 años llega la mayor revolución en los medios de comunicación. Desde que los mass-medias comenzaron a introducirse en todos los ámbitos de las personas, se hace obligatorio mantener una consecuencia entre la vida privada y la vida pública. “Los nuevos medios de comunicación sirvieron no sólo como vehículo para promulgar decreto oficiales, sino también como medio para fabricar una autoimagen que podía ser transmitida a otros en lugares lejanos” (Thompson, 1998:182).
En el último tiempo hemos leído y nos hemos informado de muchas noticias relacionadas con el bullying, que literalmente, del inglés, “bully” significa matón o agresor. En nuestro idioma este comportamiento tienen que ver con la intimidación, tiranización, aislamiento, amenaza, insultos, sobre una víctima o víctimas señaladas. Es lo que casi todos en la vida adolescente observamos en los grupos escolares: los abusos y riñas entre los matones y los “pernos”, entre los “gansos” y los populares. Esas diferencias en algunos grupos generaban disputas y discrepancias profundas.
“Me sigue diciendo, te voy a amargar la vida, te voy a matar. Yo paso, intento hacer como que no me importa. Dejé de ir en el autobús. Pienso todas las noches, mañana que me hará. Una humillación, no se pone la gente de mi parte porque tienen miedo. Un día me tiró una paloma muerta y caca de perro. Y piedras, muchas me tiró. Tuve muchas ganas de ” desaparecer”, por no aguantarlo”. Este testimonio de una niña de 14 años refleja la angustia a que son sometidos muchos adolescentes debido a esta intimidación. Varios suicidios de jóvenes, depresiones, anorexias y otras conductas difíciles de manejar por padres y educadores, se generan a partir de estos abusos. Esto habla de intolerancia, de envidia, de no aceptar las diferencias ya que muchas veces es porque el otro, es un buen deportista o un buen alumno.
¿Cómo influyen los medios de comunicación en este cambio en el comportamiento escolar?. Aunque siempre ha existido esta violencia verbal o física, ésta quedaba entre las cuatro paredes de ese colegio. Con el desarrollo de las plataformas virtuales y herramientas tecnológicas, tales como chats, blogs, mensajes de textos para aparatos celulares, correo electrónico, videos o fotografías, y otros medios tecnológicos, se ha abierto un espacio para abrir estas conductas ofensivas a toda la sociedad. El niño o el joven ya no tiene privacidad, todos conocen sus secretos o sus debilidades, está totalmente vulnerable. Es así como la web debe tener ciertos reparos al momento de usar internet, ya que como expone Tim O´Reilly, que por ejemplo la explosión de los blog, es un formato de diario que le permite a los sujetos expresarse. Pero es una rma de doble filo ya que al ser públicios los sujetos son sometidos a burlas.
Como las comunicaciones son instantáneas y sin filtro, ¿Qué sociedad estamos construyendo, donde no existe el límite en los medios de comunicación, que se deberían autocensurar desde el momento que se está afectando al otro en su intimidad? Los medios tienen mucha responsabilidad en decidir qué se publica y qué no, ya que es una forma de educar también. Si en ellos está expusta la vida cruda de las personas, entonces los jóvenes lo han comenzado a ver como normal, cómo pensar que es lo que corresponde. Si vemos las estadísticas en España el 6% de los escolares han sido víctimas de acoso, el 90% han sido testigos, el 30% ha participado, sólo 1 década 3 se atreven a denunciar, el 40% de los pacientes psiquiátricos fue víctima de algún acto de matonaje.
Bibliografía: O´Reilly, Tim (2006). “Qué es Web 2.0 Patrones del diseño y modelos del negocio para la siguiente generación del software”
http://www.citytv.com.co/videos/369010/nino-victima-de-bullying-se-convirtio-en-exito-en-internet
No me quedo muy claro la influencia o la importancia de los medios de comunicación en los casos de bullying, ya que por lo que tu expresas esta fachada que uno hace (por ejemplo facebook) ayudaría a que los “matones” buscaran motivos para realizar la violencia escolar. Sin embargo, el bullying siempre a existido y los medios de comunicación solo muestran la crueldad a que a llegado estos actos violentos.
Además de evidenciar la crueldad de de el matonaje, la influencia que tienen los medios de comunicacion, en mi opinión, es que por ejemplo un niño que fue cambiado de colegio por que le hacian bullying, le puede seguir ocurriendo por que estaba en la red. Y también permite que se copie el tipo de matonaje que ocurren en otros colegios.
Como dice Rodrigo, creo que el bullying siempre ha existido, y la diferencia es que ahora los jóvenes involucrados se graban y se fotografían con sus dispositivos móviles, ya sean celulares, cámaras y smartphones. Estos registros son los que se masifican en sitios como YouTube y luego tienen record de visitas. Es en este punto donde se muestra la influencia e importancia de los medios de comunicación en los casos de bullying, además de la publicación en noticiarios de los videos violentos.
Los medio de comunicación responderían a dos fenómenos relacionados con bullying, en primer lugar seria evidenciar el maltrato ocurrido en establecimientos educacionales y el otro sería la réplica de estos en otros sujetos.