El humano al servicio de la tecnología

¡El Mediador entre Cabeza y Manos debe ser el Corazón!”. Metrópolis, una película que ha resucitado, del director Fritz Lang, sigue a Freder, el hijo del amo de la ciudad, Joh Fredersen, quien, cuando descubre la desigualdad entre la gente de la ciudad, intenta conciliar ambas partes: la Cabeza (Los ricos, empresarios, etc.) y las Manos (Obreros).

La película nos presenta una distopía. Una gran ciudad industrializada, donde la casta privilegiada y sus hijos viven en gloria, mientras que los obreros viven en ciudades subterráneas, sometidos a alienantes tareas de manipulación de máquinas, durante turnos de 10 horas repitiendo la misma actividad vez tras vez. Prácticamente no existe contacto entre los dos sectores. Tal es la división que cuando Freder ve por primera vez a los hijos de los trabajadores, no cabía en sí de emoción. Esto ocurre en un principio cuando María, la caudillo por la paz de los obreros, lleva a los niños al Jardín de los Hijos (Donde se recrean los hijos de aquellos con poder). Freder, cautivado también por María, la sigue a las catacumbas, donde se da cuenta de que ella es la santa caudillo de los obreros, y profetiza la llegada de un mediador entre la Cabeza y las Manos. Cuando Joh Fredersen se da cuenta, visita a Rotwang, un viejo rival inventor. El científico le muestra que ha traído de vuelta a Hel, la difunta esposa de Fredersen, en un robot humanoide.

El ginoide siendo transformado

El amo de Metrópolis le encarga que le de al ginoide (androide femenino) la apariencia de María, para sublevar a los obreros y así poder usar la fuerza contra ellos “legítimamente”. Rotwang, sentido por la muerte de Hel, a quien también amaba, programa al androide para destruir también la ciudad y a Freder, lo que le quedaba a Fredersen de Hel. La revolución ocurre, pero es truncada por el engaño de la falsa María, y termina en la mediación de Freder (el Corazón) entre Grot (el líder de los obreros) y Joh Fredersen.

La sociedad presentada en la película claramente es la sociedad de la Revolución Industrial: Dirigentes y obreros, los últimos en condiciones paupérrimas en comparación con los primeros. Largas horas de trabajo, y tareas mecanizadas. Es básicamente lo que muestra Chaplin en “Tiempos Modernos”, pero en un tinte dramático en vez de cómico.

Metrópolis es una ciudad en la que los humanos viven de las máquinas. El robot les hace ver esto a los obreros, pues ellos “lubrican las uniones de las máquinas con su propia sangre”. Una vez que los humanos dejan de trabajar, el sistema colapsa. Es interesante notar que en un principio la tecnología debe estar al servicio del hombre, pero aquí se ha invertido, y los humanos obreros están al servicio de las máquinas. Los dirigentes tampoco viven sin las máquinas, pues toda su ganancia viene de ellas, y su ciudad sólo vive gracias a ellas. La película enfatiza el rol de los sentimientos en la relación entre humanos y máquinas, para evitar la explotación y el mal uso. Como dice MacLuhan “cualquier técnica no puede hacer más que sumarse a lo que ya somos”, de esta manera no es por la máquina que se ocasionan estas desigualdades y maltratos, sino que es el humano extendiendo su propia naturaleza.

El ginoide que se muestra en la película, es casi una realidad en nuestros días, como se puede observar en las ferias japonesas de tecnología. Sin embargo la fluidez de los movimientos, las expresiones faciales y en definitiva lo “humano” del androide de la película aún son ficción. En 1927 claro, la película fue alabada por sus avances tecnológicos, más que por su historia.

Reflexionar en películas como ésta nos ayudan a mirar con un ojo avisor la tecnología y cómo puede volverse en contra nuestra si no nos damos cuenta de cómo nos consume.

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6 Respuestas a El humano al servicio de la tecnología

  1. Interesantes conclusiones, según tu cita a MacLuhan (cualquier técnica no puede hacer más que sumarse a lo que ya somos) ¿crees que la sociedad actual este utilizando las tecnologías a otro nivel?, no solo sumando la tecnología sino que también muchas veces dependiendo de ella. Creo que podemos ver que la tecnología muchas veces es una extensión del hombre, pero se han generado nuevas instancias de dependencia social a través de las tecnologías.

    • Jorge Huerta dijo:

      Gracias. Creo que la tecnología sólo nos extiende, por ejemplo, al asistir en la vida social (redes sociales, teléfono, smartphones, etc), no está más que extendiendo la necesidad inherente al ser humano de comunicación. Como comentas tú, claro, a veces la escala en la que tecnología es usada es un reemplazo total para la actividad humana, y genera dependencia por la comodidad del uso del medio. Esto es preocupante, pero en la medida que estemos conscientes de lo que ocurre, no perderemos nuestra humanidad a merced de la tecnología.

  2. Claramente es cada vez más preocupante la ambigüedad entre la complementación con la tecnología, y la dependencia de ella. Un simple ejemplo: una búsqueda de referentes para un trabajo de taller. Llevamos integrada en nuestras costumbres el cómodo sistema de google para encontrar fácilmente lo que buscamos. Pero, ¿y si no hay Internet? Ya no sabemos a qué recurrir cuando una tecnología nos falla.
    Creo que somos dependientes de algunas de ellas; y otras son un poco más dispensables.

    • Jorge Huerta dijo:

      Muy cierto. Si no tenemos cuidado nos volvemos muy perezosos. No debemos olvidar las raíces de lo que estamos haciendo a diario. Un search engine es básicamente como el índice de un libro. Si no tenemos buscador, deberíamos buscar en índices o bases de datos locales.
      Con lo que dices se vuelve aún más preocupante un posible colapso de Internet u otras tecnologías.

  3. Btw, la tecnología en cuando a los androides en Japón, da miedo…
    http://www.youtube.com/watch?v=5bC2YpEnwNw
    Son cada vez más realistas; y están desarrollando prototipos de robots que reacciones a las vibras que transmitimos al relacionarnos socialmente. Me explico: si ofendes al robot, este detecta que es un sentimiento negativo, y reacciona son tristeza.

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