La imprenta trajo muchas nuevas tecnologías, y entre varias se encuentra la bien conocida máquina de escribir que comenzó en sus primeros días a causar un impacto radical en la vida diaria de las personas con su nuevo sistema de escritura.
El mundo está pasando por muchos cambios, y entre estos cambios e inventos nace lo que se conoció y conoce como la máquina de escribir, el derivado de toda interfaz de tecleado para escritura. La máquina de escribir debe su nombre al sencillo hecho de que se trataba de una máquina para suplantar a la mano por las teclas y, además de aumentar mucho la velocidad de escritura, se hacía de una forma mucho más formal con márgenes, interlineado, y una única tipografía.
David Liddle, habla sobre las tres fases del desarrollo de una tecnología y como las personas interactúan con estas. Liddle describe tres: La entusiasta, profesional y la del consumidor. En el caso de la máquina de escribir se balancea en la etapa entusiasta donde la persona adquiere la tecnología por el simple hecho de querer usarla, sin importar cuán difícil sea usarla, y la otra fase es la profesional donde la persona usa la tecnología pero quizás no fue comprada por la misma y es usada como herramienta de labor como en hogares y oficinas. Son estas las faces en las que la máquina de escribir estuvo cuando se trabajaba en grandes oficinas escribiendo con estas pesadas máquinas pero dejando a un lado el trabajo este invento se usó por varias razones personales de cada persona y cada una desarrolló un distinto tipo de desarrollo emocional.
Donald Norman nos habla del desarrollo emocional el cuál se podría describir como “un parámetro mental que condiciona nuestra percepción y conducta, en respuesta emocional al uso de un objeto.”, pero es sencillamente las emociones que contraemos por algún objeto a causa del diseño de este, ya sea creando nostalgia, enfado, felicidad, melancolía, etc. La máquina de escribir, por su parte, deja en la persona distintos tipos de emociones dependiendo de su uso. Muchísimos escritores aprovecharon el invento de la máquina de escribir y le agarraron un fuerte cariño a ésta como “amigo de creación” donde escribían novelas, historias, poemas, música, etc. Fue con este invento que nacieron emociones que no se contraían de otras tecnologías y estas son guardadas y hasta usadas por algunos que lograron crear un lazo emocional con la máquina de escribir.
En función cognitiva visceral, como Norman explica en su libro, la máquina de escribir no era de mayor impresión al verla por primera vez comparado a otros inventos que podrían verse a primera instancia bien atractivos, pero es la función conductiva la que demuestra el verdadero uso de la tecnología al descubrir el gran uso laboral y personal que conllevaba esta y las emociones que surgían de este uso, se descubría una eficiencia dominante sobre la escritura manuscrita y con el pasar del tiempo la persona le encontraba un uso, un gesto y amor personal por la máquina de escribir, por lo que significaba para esta y por lo que generaba.
La función cognitiva reflexiva de esta tecnología es la que más prevalece hoy en día entre las distintas evoluciones y derivaciones de la misma. Con el pasar del tiempo, el maravilloso teclado y amigo de creación pasó a ser un complemento en una tecnología más grande aunque se usara con aún más frecuencia.
Fue por la forma de interactuar con esta herramienta que marcó a las personas y dejó tantas emociones marcadas en las personas; por el querer escribir en una superficie distinta donde uno dedica el cerebro y las manos a únicamente a la escritura; por la cantidad de ideas que surgían al encontrarse solo con este aparato y querer dejarlas por siempre impresas; por ese material resistente y ese peso que simbolizaba el valor de la máquina de escribir para uno; por facilitar el trabajo de uno y trabajar con más eficiencia y rapidez; por querer guardar pensamientos; y por muchísimas más razones.
Es diseño emocional el que fue encontrado por cada persona en este invento y fueron pocos los que mostraron odio o rechazo hacia este a pesar de a primera instancia ser visto como una herramienta con un único objetivo y diseño funcional.
“Diseñar productos placenteros y agradables es una Larea dura. Por eso es un reto precioso, y mucho más divertido.
Humberto Henderson, usuario de la máquina de escribir años atrás, declara haber usado la máquina de escribir como simple herramienta de trabajo en la oficina, para escribir demandas, currículums, formularios, etc. Pero esta declaración vino junto con una bella ola de recuerdos y una gran nostalgia que le dejó su valiosa herramienta hace mucho tiempo; la felicidad al poder por primera vez escribir en una y en rápidamente aprender a usarla moviendo los dedos de manera audaz sobre las teclas; el cambiar la tinta al acabarse; y equivocarse para volver a empezar.
Interesante!
10 cosas que probablemente no sabias del teclado QWERTY!
http://conversaciones.nokia.com/2011/08/05/10-cosas-que-probablemente-no-sabias-del-teclado-qwerty/
Muy buen análisis e investigación.
Sin duda que las teclas tienen una característica muy pocas veces mencionadas, la cual tu rescataste en el comienzo de tu post. Estas no solo facilitan la escritura, son extensión de las manos humanas, pero creo que podemos ir un poco más allá y llevarlo a un análisis del nuevo pensamiento humano, involucrando el tacto con la escritura, la forma en la cual están organizadas las teclas y la facilidad con la cual uno puede ir recordando cual es la vecina de cada letra, llevando a una nueva concepción del abecedario.
Buen link de Nokia. Creo que en tu texto hablas de “desarrollo emocional” para referirte a “diseño emocional”. ¿Me equivoco?
No. De hecho me puse a pensar mucho sobre el desarrollo mientras me refería al diseño emocional ya que si bien uno pienso en crear algo que cause emociones uno también tiene un desarrollo, o más bien el diseño, y es también interesante comentar sobre este ya que demuestra más allá los efectos del diseño emocional.