No quiero escuchar cumbia con el micrero

El sonido nos envuelve. Forma a nuestro alrededor una malla sin costura.” diría MacLuhan en El Medio es el Masaje. Ahora imaginen esta malla, pero en movimiento y personal. Exclusivo. Hablamos del Discman, heredero natural del Walkman, que extiende nuestro oído. Podemos disfrutar de música grabada en otros tiempos y lugares sin que el ambiente nos interrumpa. Se mueve con nosotros y aumenta así su campo de acción.

En el plano conductual original, el Discman sirve para escuchar la música que a uno le agrada de manera personal. Pero pasando al nivel reflexivo, se convierte en un medio de conservar la sanidad mental en una ciudad llena de ruidos como Santiago, es una manera de aislarse. También es un manifiesto sutil, no te resignas a las emisoras de radio, sino que tú eliges lo que quieres escuchar. Con la aparición de los grabadores de CDs masivos, también surgieron las compilaciones personalizadas, y elegías las canciones específicas, no tenías que resignarte al disco completo.

Con el tiempo aparecen más usos, maneras de relacionarse con el aparato, todas derivadas del nivel reflexivo. Se podía usar para entrar en distintos estados mentales y emocionales, como recurso de aprendizaje (cursos de idioma por ejemplo). Al conectar pequeños parlantes se podía utilizar como fuego al rededor del cual se formaban comunidades (por ejemplo grupos de estudio), que esperaban y se preparaban para el momento de juntarse a escuchar música. Entre estas mismas personas se dio el intercambio de CDs mano a mano, lo que llevaba incluso a nuevas amistades y relaciones basadas en la música y el intercambio. Ahora bien, usar el Discman de forma personal en un contexto social podía considerarse ofensivo, era sustrarse del espacio en el que estabas con tus amigos. Como lo que importa finalmente para el usuario es su experiencia con el medio, lo que realmente construye la mitología del Discman son las instancias sociales y personas a las que evoca el reproductor, los momentos son lo que hacen que la persona conserve algo que no usa, porque tiene para ella un valor emocional.

Al pasar del cassette al CD, el Discman requería sus propios gestos. En el caso específico del Discman estudiado, a nivel visceral, tiene un deck con botones para acciones que tienen relieve, así que luego de un tiempo los dedos “aprenden” la ruta (pasando a un nivel conductual/reflexivo), algo que por ejemplo ahora, no se puede con la tecnología touch, ya que la pantalla tiene una sensibilidad táctil homogénea. En esta tecnología análoga, los botones se vuelven extensiones naturales de los dedos. Algo interesante de este Discman, es que el compartimento de pilas estaba bajo el lector, así que había que sacar el disco para cambiarlas, lo que prevenía que se cayeran en medio de la reproducción. El gesto más notable del Discman fue por un error de diseño. Como era más grande pero menos ancho que el Walkman, no se podía llevar a la cintura, pues era incómodo e inseguro. El usuario tuvo que inventar una manera de llevarlo: Mochilas, bolsos o chaquetas, de los cuales emergían audífonos conectados a cabezas aisladas.

En definitiva el gesto mayor que nos legó el Discman es psicológico, la separación voluntaria a una dimensión más agradable.

 

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6 Respuestas a No quiero escuchar cumbia con el micrero

  1. La era de la individualidad dentro de un contexto global.
    Creo que percibiste correctamente la interacción dejando claro la época donde ocurre esta nueva manera de pensar e interactura. Si tienes a una persona al lado ya no es obligación hablarle, puedes mantener tu espacio personal a pesar de que tu medioambiente indique lo contrario.
    (se agradece la tipografía en bold para facilitar la lectura)

  2. Es interesante apreciar cómo una tecnología que cumple una función determinada evoluciona, y sufre distintos tipos de cambios, pero conserva la misma esencia. ¿Acaso el Walkman, el Discman, el MP3 y el iPod, a pesar de ser distintos en cuando a la interfaz, no cumplen la misma función? Buscan, cómo bien dices, crear esta malla personal y movible.
    Cómo usuario de esta tecnología, soy consciente de este fenómenos psicológico del que hablas. Más que aislación, encuentro que es un factor muy importante para no agobiarse por la rutina. Me explico; realizar actividades cotidianas con música, resulta una experiencia completamente diferente a realisarlas simplemente rodeado de los ruidos del ambiente. Podríamos hablar de algo así como, el <b<soundtrack de nuestras vidas. Realizar un trayecto en micro, caminar por la calle o hacer un trámite envueltos en esta malla, cambia significativamente nuestro animo, nuestra percepción del entorno. Al ponerse los audífonos, y escuchar nuestra música preferida, somos capaces de disociar la realidad, de nuestra percepción de esta.

    • ¿Se acuerdan del flash mob “fiestas del silencio”? Justamente se trata casi de un homenaje a este tipo de vida individual que promueve el walkman, ipod o como se llame.

  3. Es increíble como con el paso del tiempo la tecnología ha ido avanzando y consecuentemente por alguna manera ha ido aislando a la gente. Este metodo de escuchar música causó un gran impacto ya que ofrecía algo que todavía no existía en esa época, un aislamiento mental de una situación física.
    Personalmente creo que esta fue una época de mucha conveniencia para las companías que fabricaban baterías, en especial las de AA, ya que yo por lo menos usaba 8 por semana por todo el uso que le daba al Walkman. Me gustaba como mi cada movimiento tenía su banda de sonído, y hasta hoy en día se me hace dificil hacer cualquier cosa sin estar escuchando música.
    Este mismo mecanismo de aislamiento puede ser encontrado en tecnologías recientes, como por ejemplo los iPhone, Blackberry, entre otros smartphones. Por una parte entretienen a una persona entre tramos o en general, en su día a día, pero también disminuyen las chances de que haya contacto humano entre las personas.

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