Siempre hay una canción que está pegando por estos días. Y por estos días está pegando una nada menos que controversial y con ello me refiero a la canción del cantante Robin Thicke, Blurred lines. Pero más allá de lo pegajosa que puede llegar a ser y del video que muestra a tres estupendísimas modelos desnudos mientras que Thicke T.I. y Pharrell Williams aparecen perfectamente vestidos, es un festín de carne que, posiblemente, ni ellos creyeron lo bien que podrían llegar a pasarlo “trabajando”.
Lo que ha llamado de esta canción no es tanto su letra (tratando a las mujeres de animales no domesticables y que, según mi interpretación, es posible hacerla una buena chica dándole buen sexo), sino que su video en donde se muestran estas chicas desnudas bailándoles a los intérpretes, jugando, bailando, siempre perfectas, cuestión que se puede ver aquí.
Pero ¿Cuál es el trasfondo de canciones como ésta? Sabemos que es entretención pero ¿es necesaria la utilización del cuerpo femenino como objeto para este tipo de actos recreativos?, ¿Por qué los hombres no están también desnudos para alegar así, una igualdad en el concepto de entretención para género tanto masculino como femenino? O quizá simplemente estamos viendo lo que queremos ver y aquí no hay ningún concepto malicioso, quizá es mera entretención, ¿qué es lo que verdaderamente está en este video?, ¿qué es lo que se quiere transmitir por este medio?
J. Thompson nos propone una respuesta vaga a este tipo de preguntas, más cuando se refiere a los medios de comunicación, por ejemplo, indica que “la recepción de los productos mediáticos es fundamentalmente un proceso hermenéutico. Con esto quiero decir que los individuos que reciben los productos mediáticos se ven generalmente envueltos en un proceso de interpretación a través del cual dan sentido a esos productos” (Thompson, 1998, p. 64). A partir de esta idea general, unos/as podrían interpretar el video como gracioso, o que en él se reafirma la postura patriarcal de los medios, o que por qué no hay mujeres “reales” ahí sino que sólo los estereotipos, que por qué los hombres continúan (de)mostrando autoridad por sobre la mujer al mantenerla como objeto de entretención, que ellos son lo más por lograr obtener mujeres de esa orden, ser exitosos y tener el dinero para obtenerlas, etc.
Lo importante aquí es que finalmente todos podemos tener un diferente punto de vista con respecto a los que nos muestran los medios a partir de videos como el mencionado más arriba, la cuestión ahora es: si ha causado tanto estrago ¿no es esta una forma de demostrar que, finalmente, el video sale del común o de lo que se espera en ellos? La verdad es que sí, y este video es sólo un ejemplo para todas las posibilidades al haber en torno a este tipo de consumo que se entrega libremente por internet. Estos video son la punta del iceberg de una industria cultural que entrega normas del deber-ser, del posicionarse cómo sujeto a partir de características que te diferencien de los demás y que demuestren un atisbo de superioridad, dejando de existir los márgenes en donde te puedes construir como sujeto o avanzar como tal ya que te imponen modelos (Adorno y Horkheimer) como el de este video, ¿para qué esforzarse en crearse como persona si puedes ser como estos cantantes y obtener lo que quieras?. La industria cultural nos recuerda que, más allá de la música (cultura), esto es una industria, por ende un negocio, y no hay mejor negocio que el que impone modas para que sigan consumiendo el mismo producto.
¿Por qué alegar por una justa utilización de los cuerpos expresados en este video si es más fácil el continuo en la utilización de lo femenino como objeto?, pero así como se pregunta Thompson, “¿En qué medida las formas simbólicas son capaces de crear y sostener legítimamente una creencia?” (Thompson, 1998, p. 32). Finalmente depende de todos nosotros que las coacciones simbólicas de productos como éste finalicen y den cabida a nuevos modelos estructurales, fuera de los márgenes del patriarcado que determinan lo que tenemos que ser y cómo ser tratando al resto no-hombre-masculino como un inferior. La tarea es de todos nosotros para tratar de lograr un cambio de mentalidad a la hora de (re)pensarnos y (re)crearnos, exigiendo más respeto y, por supuesto, respetándonos entre nosotros. El problema del abuso a la mujer es sólo un tema entre millones de los que existen, la discriminación destruye y mata, es por ellos que actitudes como la de estas chicas de Nueva Zelanda se destacan en estos casos, para darle un equilibrio al statusquo del respeto entre los géneros.
Bibliografía:
Thompson, J. (1998) “Los Media y la Modernidad”. Paidós, Barcelona
Interesante reflexión y muy buen artículo. La verdad es que puede gustarnos o no el video y la canción, pero así como es relativo el gusto y el consumo cultural, también es muy relativa la forma en que nos apropiamos de los símbolos y relatos mediáticos.
La clave está en ese proceso hermenéutico del que habla Thompson. Sin él, este mundo sería extrañísimo (no lo alcanzo a imaginar). Si el juego comunicacional (emisor-mensaje-receptor) no diese espacio para la recepción y apropiación subjetiva del sentido de los mensajes, ¿qué sentido tendría comunicar?